Obvio que después de tanto tiempo que nos desencontramos a nosotros mismos, cabe decir que a uno la cabecita le da vueltas. Le pasan cosas. Piensa, siente, cambia de creencias. Mi teoría es que hay una cuestión importante que compartimos los seres humanos: vivir de forma inercial. Me explico. El primer impulso es el nacimiento, a partir de entonces, la inercia. Día a día nos despertamos sin ganas de despertarnos. Sólo nos despertamos. Y tenemos que continuar, seguir. No hay impulso, hay inercia. Hasta el fin de los días. Hasta la muerte.
Fin.
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