Voy a decir una obviedad pero, no por eso, menos cierta: a todos nos importan cosas distintas. A vos tal vez te importe que tu novio te llame al menos tres veces por día. A la que tenés al lado, tal vez le importe disfrutar de la vida sin ninguna atadura. A tu vieja tal vez le importe que no dejes vasos sucios por toda la casa.
A algunos les importan cosas más abstractas: ser feliz, ser profesional, terminar con el hambre en el mundo. A otros, en cambio, les importa conseguir cosas materiales, tener la última televisión, conseguir ese aumento de sueldo.
Bajar de peso, tener el pelo divino, comprarte toda la ropa, tener alguien a quién volver todas las noches, tu gato, tu computadora, tu mundo online.
Y es así como que a todos nos importan distintas cosas en distintos niveles, haciendo que juzguemos las vidas de los otros con nuestras propias necesidades. "¿Cómo se banca que el tipo la llame todo el tiempo?" "¿Por qué gasta tanto tiempo en peinarse todas las mañanas?" "¿Cómo puede ser que le interese tanto lo que el mundo diga de ella?".
Tal vez, y digo tal vez, sería mejor no juzgarnos tanto. Entender que todos somos diferentes, aunque sea en cuestión de niveles, y que es imposible que todos nos amen y gusten de todo lo que hacemos.
Tal vez, y digo tal vez, ya sea hora de dejar de buscar la aprobación en los otros y encontrarla en mí misma.
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