lunes, 24 de junio de 2013
1
Con la Maga hablábamos de pata física hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones, verse metida en casillas que no eran las de la gente, y esto sin despreciar a nadie, sin creernos Maldorores en liquidación ni Melmoths privilegiadamente errantes. No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas más fenomenales de este circo, y sin embargo baste suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio.
domingo, 23 de junio de 2013
OFFSIDE
El dolor y la fiesta, la tragedia y el triunfo son lo mismo cuando estás en otra parte.
No poder estar llorando con los tuyos cuando pasa algo horrible;
No poder estar festejado con tu gente cuando pasa algo maravilloso.
Te pone inmediatamente fuera de juego.
No poder estar llorando con los tuyos cuando pasa algo horrible;
No poder estar festejado con tu gente cuando pasa algo maravilloso.
Te pone inmediatamente fuera de juego.
jueves, 6 de junio de 2013
Perro de San Bernardo - César Bruto [Lo que me gustaría ser a mí si no fuera lo que soy]
Siempre que biene el tiempo fresco, o sea el medio del otonio, a mí me da la loca de pensar ideas de tipo eséntrico y esótico, como ser por egenplo que me gustaría venirme golondrina para agarrar y volar a los paíx donde haiga calor, o de ser hormiga para meterme bien dentro de una cueva y comer los productos guardados en el verano o de ser bívora como las del sologico, que las tienen bien guardadas en una jaula de vidrio con calefación para que no se queden duras de frío, que es lo que les pasa a los pobres seres humanos que no pueden comprarse ropa con lo cara questá, ni pueden calentarse por la falta del querosén, la falta de carbón, la falta de lenia, la falta de petrolio y tamién la falta de plata, porque cuando uno anda con biyuya encima puede entrar a cualquier boliche y mandarse una buena grapa que hay que ver lo que calienta, aunque no conbiene abusar, porque del abuso entra el visio y del visio la dejeneradés tanto del cuerpo como de las taras moral de cada cual, y cuando se viene abajo por la pendiente fatal de la falta de buena condupta en todo sentido, ya nadie ni nadies lo salva de acabar en el más espantoso tacho de basura del desprastijio humano, y nunca le van a dar una mano para sacarlo de adentro del fango enmundo entre el cual se rebuelca, ni más ni meno que si fuera un cóndor que cuando joven supo correr y volar por la punta de las altas montanias, pero que al ser viejo cayó parabajo como bombardero en picada que le falia el motor moral.
¡Y ojalá que lo que estoy escribiendo le sirbalguno para que mire bien su comportamiento y que no searrepienta cuando es tarde y ya todo se haiga ido al corno por culpa suya!
¡Y ojalá que lo que estoy escribiendo le sirbalguno para que mire bien su comportamiento y que no searrepienta cuando es tarde y ya todo se haiga ido al corno por culpa suya!
miércoles, 5 de junio de 2013
domingo, 2 de junio de 2013
El niño pequeño
Había una vez un niño que comenzó a ir a la escuela. Él era muy pequeñito y la escuela era muy grande. Pero cuando el niño descubrió que su clase tenía ventanas que daban al exterior se puso muy contento y la escuela ya no le parecía tan grande.
Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:
- ¡Hoy vamos a hacer un dibujo!
- ¡Qué bien! -Pensó el pequeño-
A él le gustaba mucho dibujar, el podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos... y sacó su caja de lápices y comenzó a dibujar.
Pero la maestra interrumpió diciendo:
- ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar! Todavía no he dicho lo que vamos a dibujar. Hoy vamos a dibujar… flores.
- ¡Qué bien! -pensó el niño, a él le gustaba dibujar flores- Y comenzó a hacer bonitas flores con lápiz rosa, naranja y azul.
Pero la maestra intervino de nuevo diciendo:
- ¡Esperen un momento! Yo les enseñaré cómo se dibujan las flores- Y tomando una tiza, pintó una flor roja con tallo verde.
- Ahora, dijo la maestra, pueden empezar.
El niño miró la flor que había hecho la maestra y la comparó con las que él había pintado. Le gustaban más las suyas, pero guardó silencio. Volteó la hoja y dibujó una flor
roja con el tallo verde, tal como la maestra había indicado.
Otro día, cuando el pequeño niño entraba en clase, la maestra dijo:
- Hoy vamos a trabajar con plastilina.
- ¡Qué bien! -Pensó el pequeño niño- me gusta mucho la plastilina.
Él podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: serpientes y elefantes, ratones y muñecos de nieve, camiones y coches...
Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina.
Pero la maestra interrumpió y dijo:
- ¡Esperen, no es hora de empezar!
Y él esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora -dijo la maestra- vamos a hacer una serpiente.
- ¡Qué bien!- pensó el pequeño niño, a mi me gusta mucho hacer serpientes. Y comenzó a hacerlas de diferentes tamaños.
Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! Yo les enseñaré cómo hacer una serpiente muy larga.
- Aquí tienen -dijo la maestra- ahora ya pueden empezar.
El niño miró la serpiente de la maestra, entonces miró las suyas...A él le
gustaban mucho más las suyas que las de la maestra, pero no lo dijo. Simplemente amasó la plastilina en una gran bola e hizo una serpiente como la de la maestra.
Así que el niño aprendió a esperar que le dijeran qué y cómo debía trabajar y a hacerlo todo igual que la maestra, y muy pronto dejó de hacer las cosas tal como surgían de su imaginación. No volvió a hacer nada por sí solo.
Entonces ocurrió que el pequeño niño y su familia se mudaron a otra casa, en otra ciudad. Y el niño comenzó a ir a su nueva escuela.
Esta escuela era más grande que la otra y tenía que subir grandes escaleras y caminar por un largo pasillo para llegar al aula.
Y justamente, el primer día de clase que él estaba allí, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- ¡Qué bien! - Pensó el niño, y esperó a que la maestra le dijera que hacer, pero
la maestra no dijo nada, sólo se paseaba entre las mesas. Cuando se acercó al niño, le preguntó:
- ¿Tú no quieres dibujar?
- Sí -dijo el pequeño niño- Pero, ¿Qué hay que hacer?
- Puedes hacer lo que tú quieras- dijo la maestra.
- ¿Cómo lo hago? -preguntó el pequeño niño-
- Como tú quieras -contestó la maestra-
- ¿Y de cualquier color? -preguntó el niño asombrado-
- De cualquier color -dijo la maestra- Si todos hicieran el mismo dibujo y usaran los mismos colores, ¡cómo sabría yo lo que hizo cada cuál!
- Yo no sé... -dijo el pequeño niño-
Y bajando la cabeza comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde.
Ruthy
Una persona, un gesto, puede cambiarnos la vida. Pero así como pueden cambiárnosla a nosotros, también pueden cambiársela a los demás. Por eso es importante que siempre recordemos que somos personas, y que somos dueños de nuestros gestos. Y que al vivir en un mundo de relación, en contacto con otras personas, nuestra propia persona y nuestros gestos pueden cambiar la vida de los demás.
¿Nos pusimos a pensar simplemente en el valor de una sonrisa?
Cuán diferente nos sentimos cuando se nos recibe con una sonrisa en lugar de una mueca o sólo con indiferencia.
Qué distinto nos predispone la amabilidad, una palabra cálida, un gesto de cariño una caricia, un beso, Una manifestación de ternura...
En cambio, la grosería, el desprecio, la indiferencia, el maltrato, pueden destruirnos.
Tratamos de ir por la vida sembrando amor y respeto; y no siempre recibimos lo mismo. Pero eso no debe hacer que nosotros cambiemos, porque, entonces, estaríamos imitando modelos que repudiamos.
Si algo nos lastima tratemos de cambiarlo; y si no podemos, apartémonos de ello. Pero no emulemos su accionar.
Recordemos que esas, nuestras acciones, pueden cambiar la vida de los demás. Y lo lindo es cambiar la vida de los demás para bien, para mejor.
Lo bueno es cambiar lágrimas por sonrisas, tristeza por alegría, desprecio por consideración, odio por amor, maldad por bondad...
Siempre, lo bueno, es cambiar malo por bueno.
Obremos de modo tal que, en nuestro paso por la vida de los demás, sembremos sólo amor. Seguramente cosecharemos más de lo que nos podemos imaginar...
¿Nos pusimos a pensar simplemente en el valor de una sonrisa?
Cuán diferente nos sentimos cuando se nos recibe con una sonrisa en lugar de una mueca o sólo con indiferencia.
Qué distinto nos predispone la amabilidad, una palabra cálida, un gesto de cariño una caricia, un beso, Una manifestación de ternura...
En cambio, la grosería, el desprecio, la indiferencia, el maltrato, pueden destruirnos.
Tratamos de ir por la vida sembrando amor y respeto; y no siempre recibimos lo mismo. Pero eso no debe hacer que nosotros cambiemos, porque, entonces, estaríamos imitando modelos que repudiamos.
Si algo nos lastima tratemos de cambiarlo; y si no podemos, apartémonos de ello. Pero no emulemos su accionar.
Recordemos que esas, nuestras acciones, pueden cambiar la vida de los demás. Y lo lindo es cambiar la vida de los demás para bien, para mejor.
Lo bueno es cambiar lágrimas por sonrisas, tristeza por alegría, desprecio por consideración, odio por amor, maldad por bondad...
Siempre, lo bueno, es cambiar malo por bueno.
Obremos de modo tal que, en nuestro paso por la vida de los demás, sembremos sólo amor. Seguramente cosecharemos más de lo que nos podemos imaginar...
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